Tuesday, March 24, 2009

Los Extraños Casos Del Doctor Cagalera

Estimados amigos, muchos son los curiosos que me paran por la calle para hacerme preguntas y, por supuesto, son cientos mis pacientes que pasan por consulta esperando encontrar en mí la solución de sus problemas gastrointestinales. La mayoría de ellos vienen por casos comunes, ya saben, diarreas discontinuas, flatulencias, cacas verdes, hipertensión estomacal…. Pero, de vez en cuando, aparecen casos que son realmente sorprendentes, y hoy los he recopilado para satisfacción de ustedes, curiosos lectores.

Un día que estaba pasando consulta, me vino el de las doce y veinte con cara de preocupación.

- Doctor, doctor, estoy muy preocupado.
- ¿Por qué, qué le pasa?
- Verá doctor, es que yo… defeco croquetas.
- ¡Qué me está diciendo!
- Lo que oye, doctor. Cuando voy al baño, hago de vientres, como todo el mundo, pero cuando acabo y miro el resultado, observo que lo que he dejado sobre el váter son croquetas caseras.
- Pero caballero, eso es literalmente imposible. Usted tiene un intestino grueso, no una freidora Balay.
- Si no me cree, deme cinco minutos, que voy al baño y verá cómo salgo de dentro con media ración de croquetas de jamón, y calentitas, oiga.

El paciente entró en el baño y, al cabo de cinco minutos, cuál fue mi sorpresa cuando veo salir al paciente con seis croquetas con una pinta apetitosa a más no poder. Me preguntó que si quería probarlas, pero obviamente le dije que no, pues a pesar de su estupendo aspecto, no me quitaba de la cabeza que esas croquetas habían salido de su orondo culo. Pero, de repente, el hombre se justificó y salió corriendo echando una risotada. Fue entonces cuando empezó a salir del baño un tufo a aceite caliente tremendo y corrí a ver qué me encontraba. Y allí estaba, sobre el lavabo, una mini freidora recién usada, que vaya usted a saber cómo la colocó allí.

Jamás entendí por qué ese señor actuó de esa manera, pero sin duda me facilitó una gran anécdota para contar en bodas y celebraciones varias.

También es digno de mención el caso de un joven que me llegó angustiado a la consulta.

- Doctor, mi problema es que todos los días cago a la misma hora, exactamente a las 12:35 del mediodía.
- Ajá, sin duda alguna es usted muy regular, lo cual le convierte en un hombre envidiado por muchos.
- Ya doctor, pero es que no me entiende. Le digo que todos los días, a las 12:35, esté donde esté, y haga lo que haga, me cago.
- ¿Me dice usted que no puede controlar la evacuación?
- Exacto.
- ¿Ni siquiera retrasarlo unos segundos, los justos para llegar a un váter y proceder?
- Exacto. Veo que ya está captando mi problema.
- Bueno, en cualquier caso, sabiendo que a esa hora usted defeca sí o sí, la solución está en procurar estar sentado en el váter a esa hora.
- Claro, pero comprenderá que la vida no está hecha exclusivamente para mí. Y es verdad que casi siempre consigo estar en un baño a las 12:35, pero otras veces no.
- Ajá, y en ese caso, ¿qué hace usted?
- Por ejemplo, el martes pasado tenía examen de Mercantil, y obviamente no me dieron permiso para ir al baño. Si dejaba el aula, daban por acabado mi examen.
- ¿Y qué hizo?
- Pues lo habitual en estos casos. Me puse unos pañales, y me cagué encima.
- Joooder.
- Y como es normal, aquello empezó a apestar lo suyo al cabo de unos minutos. Así que me puse a mirar de modo acusatorio al tipo de al lado, y todos creyeron que el apestoso era él.

Aquel caso me pareció excepcional. Así que me puse manos a la obra. Le hice una radiología y hallé en su estómago un objeto sospechoso. No se apreciaba bien lo que era, así que decidimos intervenirle para sacarle ese objeto extraño, y no pudimos evitar emitir una leve sonrisa cuando al apreciar aquella cosa, vimos que era un pequeño reloj despertador, el cual estaba activado para sonar a las 12:34. Claro, las vibraciones que emitía el reloj sugestionaba al aparato digestivo para iniciar la deposición de forma inmediata.

Este caso me hizo reflexionar, y di con una idea para solucionar el problema del estreñimiento crónico, y a punto estoy de llegar a un acuerdo con Casio para patentar los primeros despertadores estomacales del mercado.

Pero hubo un tercer caso si cabe más extraño. Me vino un anciano con aspecto normal, más bien delgado, pero sano.

- Doctor, he venido a su consulta porque… porque ayer hice de vientres.
- Ajá, bueno, ¿y qué problema tuvo usted?
- Pues eso, que hice de vientres.
- Pero, eso no es algo anormal, a no ser que tuviese un color extraño, una forma extraña o que sangrase.
- No, no. Tenía un aspecto normal.
- Entonces, ¿qué tiene de malo?
- Pues que hacía 55 años que no hacía de vientres. Exactamente desde 1954.
- Pero señor, perdone que le contradiga, pero es que eso es totalmente imposible.
- Doctor, yo no le voy a mentir. Yo le digo lo que hay, y lo que hay es que después de 55 años, he ido al váter de nuevo a….
- A hacer de vientres.
- Exacto.
- Lo extraño del caso no es que ayer lo hiciera, sino que no lo hubiese usted hecho en 55 años. Y dígame, en todos estos años, ¿cómo se ha sentido usted?
- Pues… normal. He desarrollado mis actividades con total normalidad.
- ¿No sentía usted necesidad de defecar? ¿Sentía su estómago pesado?
- Para nada, doctor. Yo comía, saciaba mi hambre, y nada más. Y así en las tres comidas del día.
- ¿Tampoco orinaba?
- Sí, eso sí. Pero vamos, lo normal. Ni mucho ni poco.
- ¿Vomitaba a menudo?
- No, nunca. Bueno, ya sabe, sólo cuando cogía la gripe o me empachaba de mortadela con aceitunas.
- Extraño caso, señor. Porque, si usted no defecaba, ¿qué pasaba con sus residuos orgánicos? Parte se van con la orina, pero es imposible que el cuerpo no depure lo que sobra de la alimentación. Y dígame, ¿cómo fue ayer su deposición?
- Abundante.
- ¿Cómo de abundante?
- Tremendamente abundante.
- ¿Cuántas deposiciones hizo?
- ¿Deposiciones?
- Mojones, ¿cuántos mojones echó?
- Sólo uno, pero….
- ¿Uno enorme?
- Larguísimo. Tuve que salir del baño y todo.
- ¿Salirse del baño? ¿Y dónde iba entonces depositando el mojón?
- Pues, primero salí del baño; fui recorriendo el pasillo, bajé las escaleras y fui hasta la entrada de la casa. Mi mujer me abrió la puerta y salí por el jardín, y di dos vueltas a la casa.
- ¿Y todo ello en un único mojón?
- Exactamente. Porque, ya puestos, mi mujer me sugirió que seguramente podíamos batir un record, así que, ¿para qué cortarlo? De ahí que decidiera andar por la casa. Luego medimos el mojón, y vimos que la pieza medía 120 metros.
- ¡Carajo!
- Eso mismo dijo el tipo de los Records Guiness. Vinieron a comprobarlo y en el próximo libro aparecerá mi nombre y una foto de la cagada.
- Pues, me alegro, oiga. Supongo que ahora se sentirá mejor por dentro, ¿no?
- Usted me dirá, tenga en cuenta que ayer pesaba 50 kilos más.
- Oiga, usted debería donar su cuerpo a la ciencia.
- Quizás lo haga, pero antes voy a demandar a esos yogures verdes.
- ¿Los bífidus?
- Esos. Por su culpa empiezo a ir al baño de nuevo.

Y sin más le agradecí su presencia. Dos días después murió. En fin, el cuerpo humano es como una galaxia por explorar. Nunca dejará de sorprendernos.

Thursday, October 30, 2008

Conferencia "Cómo Cagar En Casa Ajena"

Estimados lectores, habituales o no, ante todo debo pedirles perdón por mi larga ausencia en este blog mío. El Doctor Cagalera, que soy yo, ha estado viajando a lo largo del mundo impartiendo su nueva conferencia en todo tipo de ámbitos: universidades, salas culturales, clubs de ocio privados, parques públicos…. Y ha sido tal el éxito que he decidido transcribir aquí parte del contenido de dicha conferencia titulada “CÓMO DEFECAR EN CASA AJENA”. Espero que les sea de gran utilidad.

Estimados amigos, amigas…. defecadores todos:

Me hayo aquí con la mera intención de darles unas instrucciones que pueden hacer de su vida un lugar más cómodo. Bien es sabido que las cosas, en gran medida, nos vienen dadas por caprichos del destino, pero eso no significa que no sea posible afrontar las adversidades de una manera cuasi matemática, con la mentalidad de un gran ajedrecista y el alma de un guerrero mitológico. ¿Cuántas veces, a lo largo de la vida, nos ha entrado ganas de hacer caca estando en una casa ajena? Difícil cuantificarlo, y cada persona variará ese número en base a la cantidad de visitas que haga a lo largo de un año a casas de amistades, cuñados, suegros, hermanos… Y señores, ocurre que la cagada no siempre se puede prever; si así fuera, todos saldríamos de casa con las necesidades en su correspondiente váter. Pero nuestro estómago funciona a veces de forma arbitraria y dictatorial, quizás como venganza por las sofocantes digestiones a las que a veces le sometemos.

El caso es que nos encontramos en casa ajena, donde, por más que lo frecuentemos, no es nuestra casa, ni nuestro hogar. Hogar implica libertad, conocimiento absoluto del terreno y los elementos. Y una casa ajena está llena de peligros y enemigos, de forma que cuando la vida nos pone en una situación de desventaja como es una destemplanza intestinal, una bajada a los infiernos del recto, oséase, un retortijón, y esto ocurre en casa ajena, nos vemos totalmente limitados por las circunstancias. El apretón es una gracia divina, un regalo del Todopoderoso que al crearnos nos otorgó, pues supone un aviso de lo que está a punto de acontecer: la cagada inmediata. Y dicho aviso nos da un tiempo de reacción, estimado entre quince segundos y minuto y medio, según qué casos.

Nos encontramos, pues, con la necesidad de sentar nuestros apoyaderos en un retrete, sea cual fuere éste, y con indiferencia de lo más o menos limpio que se encuentre. Lo primero que habría que hacer en esta situación es localizar mentalmente el cuarto de baño. Si hemos acudido más veces a dicha casa, lo normal es conocer ya los puntos de extracción intestinal. Con suerte habrá varios cuartos de baño, con lo que es aconsejable dedicar unos segundos a elegir a cuál de ellos nos vamos a dirigir, dependiendo de la situación en la casa, el usuario habitual del mismo, las condiciones de salubridad, etc, etc. Una vez elegido nuestro destino, el siguiente paso será ausentarse del lugar donde nos encontremos en ese momento. No es ésta tarea fácil, pues es muy importante la discreción. En la medida de lo posible, es aconsejable que nadie de los presentas sepa en ese momento a dónde nos dirigimos y, sobre todo, por qué razón.

Todo el mundo caga, pero no por esto la defecación sigue siendo en nuestros días un tema tabú. En más de una ocasión he habado de la importancia de la normalización de dicho acto humano y animal en general, pero dicho paso está más desarrollado cuando nos encontramos en la calle y queremos hacer uso de un váter público, ya que se quiera o no, en la vía pública somos anónimos en un alto grado, con lo cual eso nos hace despreocuparnos más sobre las consecuencias de nuestra evacuación intestinal. Pero cuando esto ocurre en casa de amigos, familiares o conocidos…. la cosa cambia. Por lo tanto, es aconsejable hoy en día ser lo más discreto posible ante estas situaciones, por lo que pudiera ocurrir.

Estamos pues en el paso de ausentarnos para encaminarnos a un cuarto de baño. Con suerte, en ese momento la tertulia puede estar muy animada, sonoramente altiva, y en ese caso nuestra ausencia puede pasar totalmente desapercibida, siempre que nuestra ausencia no supere lo razonable; puesto que si es así, los dueños de la casa deducirán que usted está cagando o bien robando las joyas familiares. Si es necesario, puesto que el ambiente es silencioso, o hay muy poca gente (quizás usted es el único invitado a la reunión), no tendrá más remedio que excusarse. Se puede salir del paso con un “Voy un momento al baño”. Pero, si se dice eso, si no se especifica lo que hará en el baño, las mentes mal pensantes deducirán que va usted a cagar, simple y llanamente. Con lo cual, se pueden usar expresiones que indiquen la actividad que se va a realizar en el baño: “Voy a lavarme las manos”, “Voy a orinar”, aunque esas actividades sean falsas. Bueno, sí, normalmente orinamos también, y si se es limpio, normalmente también nos lavamos las manos, pero la acción principal es la defecación, y todos lo sabemos.

Decir una de estas frases también implica una estimación de tiempo. Es decir, no es igual el tiempo necesario para lavarse las manos que para hacer de vientres. Si uno tarda más de cinco minutos en realizar la operación, al regreso, no queda más remedio que justificar la tardanza: “Me detuve un momento para observar los cuadros del pasillo. Son realmente excepcionales”. Si no se justificase, quedaría implícito que sí, que es verdad que usted fue a lavarse las manos, pero eso después de cagar.

Pero vamos a dar por superada esa primera fase. Ya nos encontramos en el cuarto de baño. En ese momento, tenemos unos segundos dedicados a la inspección del terreno. Se trata de comprobar que todo está en su sitio: sí, hay un váter, y además papel higiénico, y además un lavabo. Pero la inspección ha de ser completa si es que se quiere vivir una experiencia agradable ahí dentro, por lo que también será necesario asegurarse de que efectivamente la cisterna funciona correctamente, o si la puerta tiene pestillo. Sobre la cisterna, basta con elevar o apretar mínimamente el botón de arranque. Si afinamos el oído, oiremos el ruidito de las gotas de la cisterna caer que, junto con la sensación de tirantez del botón, son los dos hechos que garantizan el buen uso de la cisterna. Por nada del mundo se tirará del todo de la cadena, puesto que, si acaso la cisterna estuviese estropeada, con ese acto acabaríamos por perder el agua almacenada para posteriormente no dejar rastro de nuestra defecación.

Con todo esto comprobado, ya estamos en la disposición y las condiciones adecuadas para sentarnos sobre el váter y proceder. Es importante durante estos largos e intensos minutos hacer el mínimo ruido posible. Cada persona es un mundo, y si usted es de los que dejan escapar un peíto en la arrancada inicial, es conveniente “tapar” ese ruido que puede albergar sospechas sobre lo que usted está haciendo ahí dentro. Sobre todo, porque a veces los cuartos de baño están justo al lado de las salas de estar, lo cual debería estar totalmente prohibido y bien señalado en las clases de la carrera de Arquitectura. ¿Cómo hacer insonoro lo que es muy sonoro e identificativo? Pues emitiendo otro ruido de mayor intensidad que haga nulo ese grito interior de nuestro castigado estómago. Aconsejamos dos: por un lado, la tos. Tosa usted, y hágalo justo en el momento adecuado, de forma que ambos sonidos corporales, peo y tos, se emitan a la vez y el segundo anule al primero. Y por otro lado, cabe la opción de encender los grifos del lavabo a su máxima potencia, sobre todo si usted prevé una escalada de flatulencias variadas durante la defecación.

Una vez acabado, límpiese bien, lávese las manos y no salga del baño sin haber comprobado antes el nivel de contaminación olfativa que acaba usted de producir en dicho habitáculo. Huela, y si realmente apesta, actúe en consecuencia: Lo primero, abra ventanas si las hubiese. Es más, es conveniente abrirlas antes de sentarse en el váter, ya que así la peste fluirá por el baño hasta escapar por el ventanal. Compruebe si hay por las repisas algún espray ambientador. Si no los hubiese, seguramente sí habrá botes de colonia, incluso espray de laca de señoras. Dispérselas aleatoriamente por la habitación, y así evitará dejar rastros olfativos acusatorios. Además, está totalmente prohibido salir del baño sin haber comprobado antes que deja usted el retrete como recién salido de fábrica. Recuerde que la cisterna no siempre es suficiente para eliminar el contenido de su digestión. Use el cepillo, y así evitará situaciones incómodas.

Pero pueden darse situaciones que se escapan a la lógica y que son las causantes de verdaderos problemas. Por ejemplo, ¿qué ocurre si lo que acabamos de depositar en el váter es algo más parecido a un misil que a un mojón? Hay personas capaces de diseñar auténticas estructuras durante la defecación; estructuras fuertes, consistentes, capaces de aguantar su forma por muchas cisternas que se tiren. Si es usted una de esas personas, lo primero es que jamás salga del baño sin haber comprobado que dicho misil ha desaparecido de la vista, porque si no, si se confía, el impacto que tendrás los dueños de la casa puede ser cuasi mortal. Si ha comprobado que el super mojón sigue altivo e irrespetuoso tras tirar de la cadena, debe armarse de valor y hacerlo desaparecer. Destrúyalo con el cepillo, sin miedo, sin piedad. Conviértalo en una masa, porque semejante pepino resistirá lo que se le venga encima si se mantiene compacta tal y como usted lo formó.

La segunda situación incómoda es la relativa a la falta de papel higiénico. Inicia el proceso y se da cuenta de que… ¡horror! ¡No hay papel! ¿Cómo se soluciona? No, deje de mirar el bidet, y plantéese qué hubiese pasado si hubiese usado la técnica de la prevención. Lleve siempre consigo un paquete de kleenex, ya sea en los bolsillos de su pantalón o en la de la camisa. Porque además, uno nunca sabe cuándo va a estornudar tres veces seguidas y va a accionar el botón del moquerío.

Una vez superada esta aventura, regrese con la mayor dignidad posible al salón donde se encuentran los demás invitados, elevando una pequeña sonrisa. Y no importa si los demás deducen que viene usted de cagar, lo importante es que no lo puedan demostrar.

Muchas gracias.

Friday, September 14, 2007

6. El Peor Baño Público Jamás Visto

Estimados amigos, lectores, internautas y diarréicos varios:

Desde hace unos días, estoy dando vueltas a mi cabeza sobre un tema que me preocupa en relación a mi blog de La Guía de los Baños Públicos, y me refiero a la nula participación por parte de los lectores. Lo cual me llama la atención, pues puedo presumir de tener una legión de admiradores y un público fiel que acude puntualmente a cada una de mis conferencias o clases magistrales.

Todos me conocéis, y sabéis que el Doctor Cagalera disfruta con el encuentro con su público, y por eso me entristece ver un triste y rotundo cero justo al lado de "comentarios". ¿Es culpa de la poca publicidad? ¿De la timides de los lectores? ¿Acaso el tema en cuestión es desagradable o poco útil? No, amigos. He llegado a la conclusión de que el fallo es mío al haber escrito unos post que incitaban poco a la participación del lector.

Es por ello que a partir de ahora me esmeraré en escribir post que os anime a participar, a dejar huella de vuestras experiencias, recuerdos o pensamientos, porque gracias a ellos todos aprenderemos y nos enriqueceremos.

Para empezar con esta nueva dinámica, he ideado un tema que sin duda es muy atractivo. Amigos, recordemos entre todos cuál ha sido el peor baño público jamás visto y visitado por nosotros. Seguro que todos recordáis uno en concreto; uno que os hizo vomitar, uno que os hizo blasfemar, huir, aguantar.... Uno con el que tenéis pesadilla las noches que cenáis en un mejicano, uno que os hizo sentir más cercano a una piara que a un lugar destinado al cagador humano.

En fin, aprendamos de nuestras experiencias y aprendamos los unos de los otros. Quizás así podamos elaborar más adelante una lista negra de los baños públicos.

Anímense, amigos, que el Docor Cagalera es todo oído.

Thursday, June 07, 2007

5. 50 Maneras de Excusarse Para Ir Al Baño.

El gran cantautor americano Paul Simon lanzó en los años 70 un disco cuyo principal atractivo era una canción titulada 50 WAYS TO LEAVE YOUR LOVER - 50 maneras de dejar a tu amante.
Ese título me inspiró el presente post, que por cierto, les ruego me perdonen, ávidos lectores, pues desde noviembre que no actualizaba, pero es que me fui a la Universidad de Oklajoma a impartir un semestre de la asignatura "La Defecación a finales del Siglo XIX".
Así que en los últimos días he estado recopilando una serie de formas de excusarse ante los acompañantes cuando no le queda a uno más remedio que acercarse a un baño a hacer caca. Y a partir de ahora, que cada uno utilice el que vea más apropiado:
  1. Un clásico: "Me voy a cagar".
  2. Un fino: "Voy a hacer mis necesidades".
  3. Un naturista: "Voy al baño". "¿Pero a cagar?" "Mira, yo no sé. Yo me siento.... y que la naturaleza determine".
  4. Un tímido: "Estoooo.... voy a....."
  5. El prudente: "Voy a hacer una llamada. Vuelvo en cinco minutos".
  6. El mentiroso: "Voy a mear".
  7. La abuela de Chema: "Voy al baño. Si tardo es que cago".
  8. George Bush: "¡¡Voy a lanzar un par de pepinos que se van a cagar todos!! ¡Ja, ja, ja!
  9. El refinado: "Si me permitís.... Voy a depositar mis interioridades en su aposento".
  10. El ecologista: "Voy a plantar un pino".
  11. El radikal: "Voy a hacer mis necesidades más extremas".
  12. El catedrático: "Voy a extraer mis heces".
  13. El infantil: "Voy a hacer popó".
  14. El niño: "Me hago caca".
  15. El bestia: "Voy a echar toda la mierda en el báter".
  16. El invitado a cenar: "Voy a lavarme las manos".
  17. El Papa: "Voy a que el Espíritu Santo extraiga de mi interior mis pecados más oscuros".
  18. El gay: "Voy al baño. Que por cierto, yo no sé porqué los heteros tienen tanto miedo a la penetración.... ¡Pero si es como cagar pero al revés!
  19. El oficinista fumador: "Eh, voy a fumar al baño".
  20. Las dos amigas en el pub: "Voy al baño". "Ah, venga, pues vamos juntas". "Estooo, no mejor voy sola".
  21. El playero: "Voy a dar un paseo".
  22. El diarreico: "¡¡Me cago, me cago, me cago!!
  23. El estudiantes antes de un examen: "Voy a repasar en el baño, que hay menos ruido".
  24. El orgulloso: "Voy a cagar, que tengo un aparato digestivo que ya quisiera la industria charcutera".
  25. El torero, en el hotel: "¡Dejadme solo!
  26. El astronauta cachondo: "Cinco, cuatro, tres, dos, uno....¡¡cero!!"
  27. La señorona: "Voy a empolvarme la nariz".
  28. El médico: "Voy a defecar. Mi ano está listo para la extracción".
  29. El coprófago: "Voy a comer algo".
  30. El drogadicto: "Voy a empolvarme la nariz".
  31. El empresario: "Voy a lanzar un OPA hostil".
  32. El oceanógrofo: "Voy a liberar a Willy".
  33. El porreta: "Ey, colegui, voy a echar unas mierduquis y ahora vuelvo".
  34. El informático: "Voy a eliminar spams".
  35. El espiritual: "Mi yo interior me reclama".
  36. El tenista: "Voy a echar unas bolas"

Thursday, November 02, 2006

4. Manifiesto: ¡Lavémonos las manos,coño!

Quisiera intercalar este manifiesto en la guía pues sin duda es un tema de suma importancia.

Señores, señoras, guarros todos:

Dios nos creó y cada uno disponemos de nuestro cuerpo y mente como buenamente se pueda. Recibimos una educación, socializamos, desayunamos, almorzamos, cenamos y, claro, cagamos. Casi todas las actividades del ser humano están hechas para ser compartidas o hacerlas en grupo, todas menos la defecación (a excepción de los coprófagos). Cada uno, en la intimidad de su báter, se apaña como puede para limpiarse por dentro..... pero hombre, una vez limpios por dentro, ¡¡lavémonos por fuera!!

Cualquier persona observadora podrá comprobar que la gran mayoría de los usuarios de los baños públicos (imagínense entonces en sus casas) no se limpian las manos después de orinar e incluso cagar. ¿Se puede ser más guarro? ¿Es que la gente no tiene ese punto de pudor, de educación, que hace que las personas nos alejemos de las bestias? Santa Roca inventó el grifo, ¡pues usémoslo!

Porque señores, hay vida más allá del baño, y estamos en contacto con gente, nos damos las manos, compartimos aperitivos.... Es necesario una limpieza, ¡que su mano estuvo merodeando entre el cagancio minutos antes, y ahora está cogiendo cacahuetes de la barra del bar!

Es muy fácil: en cuanto acabe de orinar o defecar, acérquese al lavabo, abra el grifo y échese jabón si lo hubiera. Restriéguese las manos y luego enjuágueselas bajo el grifo. Después séquese las manos, y arreando.

Desde aquí propongo una medida: la próxima vez que vea a alguien salir del baño sin lavarse, sígale, y cuando esté rodeado de sus amistades o su pareja, acérquese a ellos y diga bien alto "Ese tío ha echado la cagada del siglo y no se ha lavado las manos después". Verán ustedes cómo habrá aprendido la lección para futuras veces.

En fin, amigos, seamos personas, diferenciémonos de los animales. No salga del baño sin haberse lavado las manos antes, y le aseguro que su vida cambiará, dejará de ser un pordiosero y se convertirá en una persona limpia. ¡Anímese!

Friday, October 20, 2006

3. Aeropuerto de Madrid.

Aeropuertos, lugares donde cientos de personas se reúnen con la intención de despegar hacia un bello encuentro, una reunión peculiar o simplemente un trámite laboral. Lugares donde sus necesidades buscan satisfacerse: cafeteras en acción, sandwicheras calentando, tiendas de ropa, tabaco y licores y...... decenas de retretes esperando el culo ajeno en plena ebullición.

Sí, porque en los aeropuertos el tiempo se alarga, y las necesidades apremian, pues el viaje puede ser largo e incómodo, y muchos prefieren depositar su carga extra en tierra por lo que pudiera ocurrir. Centrémonos en el Aeropuerto de Madrid Barajas. Cuatro terminales tiene. Si usted está en la Terminal 1 o en la Terminal 2 y le viene un apretón, rece todo lo que sepa: ¡Por Dios que esté limpio, por Dios que esté limpio!

La T-1 y la T-2 son las más antiguas, y quieras que no, se nota. Que sí, que se habrán hecho reformas, pero los baños públicos reciben tantas visitas la día, y confluyen en ellos tantos elementos malolientes, que pasado un tiempo prudencial se convierten en lugares insoportables por necesidad.

Además, por alguna razón, los usuarios de los baños de estas dos terminales son especialmente sucios y porquioseros. Quizás se deba a que en ellos se den los vuelos internacionales, y muchos de los viajeros no vuelvan en años a España, así que deciden dejar un rastro de ellos mismos en nuestra tierra, por aquello de la nostalgia, o por aquello de “si cago aquí, significa que volveré a cagar aquí otra vez”, como pasa con las moneditas en la Fontana de Trevi.

Les doy algunos consejos. Busquen siempre el baño más alejado, por pura lógica, siempre será el menos usado. Si se encuentra en la T-1, no vaya a los baños de la planta base; en el primer piso, subiendo las escaleras que llevan al restaurante, frente a la tienda Delicattessen, hay un baño muy poco usado, algo obsoleto, pero sin duda más higiénico y con un olor aceptable.

Los baños normales de estas dos terminales se merecen UNA ESCOBILLA DE PLATA, y aconsejamos una SENTADA DE BAILARINA con artritis, eso sí.

La Terminal 3 está sin duda mejor. Son baños más modernos, y bueno, dependerá de la suerte para poder cagar a placer o bien sentirse como en medio de una guerra bacteriológica.

Y luego está la Terminal 4, ohhhhhh Terminal 4, de bella arquitectura y retretes de altura. Qué bella estampa estos baños, modernos, tan blancos..... Y qué inteligentes quienes lo diseñaron: estimaron que muy poca gente tira del báter como es debido después de su deposición, de forma que aplicaron un sistema por el cual el retrete se auto tira de la cadena cuando el usuario se aleja del baño. Qué bonito gesto, y qué pena da. La pega: que la distancia entre el posa muslos y el agua del retrete es muy corta, con lo cual existe un grave riesgo de ser salpicado en cada despojamiento de nuestros mojones.

Los baños públicos de la Terminal 4, se merecen hoy en día DOS ESCOBILLAS DE PLATA, y se aconseja una bella SENTADA DE BAILARINA, porque quieras que no, quién sabe quién depositó sus posaderas instantes antes.

En cualquier caso, damos un consejo general tanto para los aeropuertos como para cualquier baño público: si llegan ustedes ansiosos al baño y observan que en esos momentos está la limpiadora haciendo su trabajo y por tanto no puede acceder al baño, ¡no huya! Ni se le ocurra buscar otro, simplemente espere con paciencia, porque una vez que esa señora (o señor) abandone el lugar, ese baño estará sin duda más limpio que nunca, y podrá hacer uso del retrete con total confianza.

Eso sí, algunas limpiadoras usan una lejía o detergente con una peste tal que deberían repartir mascarillas a la entrada. Señoras, se trata de eliminar bacterias, no de acabar con la raza humana. Bueno, sabemos que siguen instrucciones, no es culpa de ellas.

Anécdota en un aeropuerto: En una ocasión, un usuario se encontraba en un baño de la T-1 cuando, de repente, se dio cuenta de que ¡¡el cagador de al lado se encontraba comiendo patatas fritas de bolsa mientras cagaba!! O sea, su cuerpo ingería y extraía sustancias al mismo tiempo...... ¿Puede haber algo más asqueroso en la vida? ¿Tanta hambre tenía el sujeto? ¿Acaso no podía esperarse a finalizar su depósito antes de disfrutar de unas papas fritas? El ser humano puede ser a veces muy, muy triste.

2. Manual Básico de la Guía Scotexs de los Baños Públicos.

No hay guía que se precie que no tenga su propio sistema de valoración o catalogación. ¿Acaso no tiene la guía Michelín sus famosas "estrellas"? ¿O acaso los restaurantes no se catalogan con tenedores y los hoteles con estrellas? Pues nuestra Guía Escotexs hace uso de su "ESCOBILLA DE PLATA" para puntuar los baños públicos en toda su integridad.

Conozcamos, pues, la valoración que otorgamos:

· Escobilla de Mierda ---> Destinada a aquellos servicios públicos asquerosos, repugnantes, más propio de ratas y cucarachas que de personas humanas. Son lugares donde la pulcritud reina por su ausencia, baños donde no se sabe en qué estado saldrá uno de allí, ni siquiera si saldrá vivo. Son servicios que no se entiende cómo las autoridades sanitarias no cierran el local directamente y lo ponen en cuarentena.

· Una Escobilla de Plata ---> Se merecen una escobilla aquellos baños que en su momento quizás fueron baños adecuados, baños que vivieron una mejor época, con retretes completos, papel higiénico a granel y jabón suficiente para bañar a toda la legión pero que, hoy en día, deja mucho que desear. A ver, si hay que entrar, se entra, pero se anda con cuidado, no invita a airear las posaderas sin resquemor.

· Dos Escobillas de Plata ---> Una baño público con dos escobillas de plata es un baño digno, un baño en el que se ha de agradecer haberlo encontrado en medio de un retortijón callejero. Entra uno allí a gusto, y aunque no se esté como en casa, no deja de ser un lugar acogedor, una habitación donde no reina ni los malos olores ni el descontrol. Quizás tenga algún fallo o carencia, pero es un servicio donde puede uno ejecutar la salida intestinal sin prisas ni agravios.

· Tres Escobillas de Plata ---> Son escasísimos los baños públicos merecedores de tal galardón, pero los hay. Lugares de ensueño donde dan ganas de provocarse un apretón con tal de hacer uso de sus magníficas instalaciones. Un baño que nada tiene que envidiar a los que puedan tener en Backinham Palace o en la suit mayor del Hotel Ritz.

Aparte de las Escobillas de Plata, hemos creado un sistema de valoración de los retretes en sí, los báteres, vamos. Y para ello tenemos en cuenta el tipo de sentada que aconsejamos para hacer uso de dicho WC. Atendamos entonces a estos tres tipos de sentadas:

· Sentada de Obispo ---> Es aquella propia de un obispo en su obispario. Se está tan agusto sobre ese retrete que puede uno relajarse y dejarse llevar; adormecer los muslos, estirar las piernas y dejar la mente en blanco mientras el aparato excretor se encarga de lo demás. Eso sí, aconsejamos siempre aplicar aunque sea una ligera capa de papel higiénico entre el báter y los aposentos, pues no es plan de fiarse ni del mejor de los retretes.

· Sentada de bailarina ---> Nos referimos a aquella sentada que hace uno en un báter donde bueno, sí, está bien, pero que Dios sabe cuándo fue la última vez que se limpió, y donde da la impresión de que más de cien posaderas han pasado por él en las últimas 24 horas. Por eso, uno no puede relajarse en él, se tiende a la tirantez, a la escrupulosidad, y sin duda es muy aconsejable aplicar una buena capa de papel antes de sentarse en dicho retrete.

· Sentada de Jockey ---> La sentada de Jockey es la "no sentada". Es decir, para el momento de la expulsión del objeto intestinal, debemos optar por la posición del jockey subido a su caballo en medio del Grand National, o sea: culo al aire, piernas flexionadas y tronco hacia adelante. Apretón fuerte y, por favor, mucho tino por el bien del próximo ocupante del retrete. Este tipo de sentada es, no aconsejada, sino obligatoria, para ese tipo de baños públicos donde aún tienen por báter un agujero.

Y con esto acabamos nuestra catalogación. En breve iniciaremos nuestra guía propiamente dicha.

1. Guía Escotexs de los Baños Públicos: Cagar en la Calle.

Por el mundillo del tango se rumorea que la famosa canción que Sara Montiel popularizó en España tenía originalmente esta letra:

"Cagar es un placeeeeer, geniaaaaal, sensuaaaaal.
Cagando espero, al hombre que yo quiero....."

Pero luego ocurrió lo de siempre: se consideró políticamente incorrecto. Como en esos tiempos fumar estaba mejor considerado, los letristas optaron por cambiar de acción, y en vez de cagar, el placer se convirtió en fumar.

Todo eso me hace pensar en lo mal considerado que está la defecación en nuestros días. Un acto tan cotidiano....y sin embargo tan defenestrado. Es fácil oír algo como "Sí, me lavé los dientes corriendo y luego me vi la peli". Y sin embargo, una frase como "Disfruté con la cagada de esta mañana" tan sólo podría pronunciarse entre amigos de gran confianza o bien en medio de una reunión de cracófagos.

Con esta reflexión, quería invitar a todos los que lean este blog a no escandalizarse por encontrar palabras como "cagar, defecar o mierda". Son palabras normales que evocan un acto cotidiano y habitual. Si cree que le será difícil acostumbrarse, le aconsejamos el siguiente ejercicio:

- Si se encuentra ahora mismo acompañado de alguna otra persona, llámele, mírele a los ojos, y con la máxima tranquilidad dígale: "Todas las mañanas cago tras el café".

Es posible que su acompañante se enoje, o se eche a reír. Es entonces cuando tiene que explicarle que a partir de ahora estas palabras entrarán en su vocabulario común y en sus mejores conversaciones, porque la defecación no es un acto vulgar, sino un acontecimiento que evoca el milagro de la vida.

Con este blog, la Guía Escotexs de los Baños Públicos, lo que se pretende es elaborar poco a poco una guía útil para todos aquellos que se ven en la situación de estar cagándose en plena calle. ¡Cuánto añoramos nuestro báter cuando más lo necesitamos! Pero en mitad de la Gran Vía madrileña tu precioso y pulito báter no está, de forma que es necesario tener en mente un plan B: un báter público que reúna las condicionas mínimas de salubridad, higiene y comodidad.
Por otro lado, la guía irá acompañada de consejos útiles, anécdotas y otra serie de comentarios que hagan más amena su lectura.

¡Bienvenido pues a nuestra Guía Escotexs de los Baños Públicos! Y la próxima vez que le entre un apretón en la calle, ¡acuérdese de nosotros!

Gracias por la atención.